Las mujeres en España son más pobres que los hombres, sus condiciones laborales son peores y sus sueldos más bajos; exactamente un 19,3%, cifra que supera en más de tres puntos porcentuales la media europea (16,6%), según los datos del último informe del Eurostat publicado en febrero de 2015.

Seguro que la mayoría ya hemos perdido la cuenta de las veces que, en las últimas semanas, hemos escuchado la frase: “España es el país que más crece de la zona euro”. Si bien los datos del último trimestre del Eurostat han demostrado que dicha afirmación no es cierta, sí lo es que España se sitúa a la cabeza de los países de la zona euro en lo que al crecimiento de la brecha salarial de género se refiere. Por delante de más de una docena de estados entre los que encontramos a Francia, Grecia o Portugal.

Se trata de una realidad que nadie discute: las mujeres ganan menos. De hecho, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya ha alertado de que, de continuar así, harán falta casi 80 años para que las mujeres puedan equipararse salarialmente a los hombres. Una situación  que además se agrava en el caso de las madres, ya que la remuneración por hora de las mujeres con hijos en España es hasta un 6% inferior que la de las que no los tienen.

La Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género del Parlamento Europeo no duda al afirmar que las reformas laborales y las políticas de austeridad adoptadas por los estados miembros en los últimos años han dinamitado los avances que, en materia de igualdad, se habían conseguido en los años previos a la crisis. Y ya en 2013 alertaba de que ningún país había evaluado desde una perspectiva de género las repercusiones que tendrían las propuestas de recortes del gasto público y de la consolidación fiscal.

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Las consecuencias de la crisis han sido mucho más graves para las personas más vulnerables y, en especial, para los niños y las mujeres. En muy pocas ocasiones podemos desligar a un colectivo del otro ya que la pobreza infantil, una de nuestras principales áreas de trabajo en porCausa, está íntimamente unida a la situación laboral de las mujeres.

Y esto es así no sólo porque las mujeres durante los últimos años hayan asistido al aumento de la precariedad de sus puestos de trabajo -al sufrir reducciones salariales que han aumentado la distancia entre lo que cobraban ellas y lo que ganaban los hombres- sino porque, además, han perdido su empleo. Ya sea de manera directa o de forma indirecta al vivir en primera persona los recortes presupuestarios en los servicios públicos.

Entre otras causas, la reducción de las ayudas sociales para la maternidad y la dependencia o la asistencia a los menores de 0 a 3 años de edad -junto con políticas ineficaces de conciliación de la vida laboral, personal y familiar- han llevado a las mujeres a dar, una vez más, un paso atrás en el mercado laboral para volver a quedarse relegadas al trabajo no remunerado asociado al hogar, aumentando así la eterna “deuda de los cuidados”.

taso de hogares con empleo bajo el umbral de pobreza

Pero, ¿qué sucede con las mujeres que sí tienen un empleo? Pues que a pesar de estar mejor preparadas que los hombres -representan el 60% de los licenciados europeos- sus condiciones contractuales son peores: el 32% de las mujeres trabaja a tiempo parcial, mientras que en el caso de los hombres este porcentaje es tan sólo del 8%. El motivo que señalan las personas con un contrato de este tipo, es que no han podido encontrar un empleo a jornada completa, tal y como se recoge en el artículo en el que nuestra compañera Paola Bernal, analizaba los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del pasado mes de enero.

Por supuesto, no nos olvidamos del techo y las paredes de cristal, esto es, la profunda segregación profesional vertical y horizontal de las mujeres; lo que supone para ellas un importante obstáculo a la hora de ocupar puestos de responsabilidad y toma de decisiones, tanto en las administraciones públicas como en la empresa privada.

Todos estos datos son sólo algunos de los ejemplos que reflejan la desigualdad real entre hombres y mujeres. Es por eso que este año, ONU Mujeres, en el vigésimo aniversario de la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, pide a los estados que den el paso por la igualdad de género a través de compromisos que aborden estas dificultades. Permitir a las mujeres avanzar y abordar la crisis desde una perspectiva de género resulta prioritario para desarrollar soluciones que permitan superar la brecha entre hombres y mujeres.