En los últimos años, mucho se ha hablado y escrito sobre las revoluciones ligadas al ámbito digital. Parece difícil pensar en que la Primavera Árabe, el 15-M, Occupy Wall Street y otras muchas movilizaciones que se han sucedido simultáneamente a lo largo y ancho del globo pudieran haberse materializado sin las herramientas que proporcionan las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
Sin embargo, desde el África subsahariana también ha habido una reacción ciudadana de la mano de este tipo de tecnologías, aunque no haya ocupado tantos titulares en Occidente. El abaratamiento de los dispositivos tecnológicos, en especial el móvil, y la capacidad de la ciudadanía para sacar el máximo provecho a los escasos recursos con los que cuentan, han sido los elementos clave en estas soft revolutions, como afirma Carlos Bajo, periodista e investigador especializado en TIC y movimientos sociales en África. Carlos fue uno de los invitados a participar en el seminario sobre ciberactivismo, periodismo y ciudadanía digital en África, y se encargó de hacer una introducción al ciberactivismo africano durante la primera semana del seminario.
Para empezar a indagar en el universo bloguero y ciberactivista africano es necesario olvidar los prejuicios y estereotipos, y entender que África no es una única realidad, sino un conjunto amplísimo de contextos y culturas. Parece una cuestión obvia, pero desde la visión eurocéntrica quizás no mucha gente sabría colocar a Guinea Conakry (por ejemplo) en un mapa. Cuando hablamos del continente africano hablamos de más de 30 mil millones de kilómetros cuadrados de extensión, 54 países, aproximadamente 2.000 lenguas diferentes y unos 1.000 millones de personas. Esto exige precisión a la hora de analizar los contextos y culturas, y solo manteniendo un alto nivel de rigor se puede aspirar a tener una visión holística más ajustada a lo que allí ocurre. Sin embargo, su enorme diversidad no significa que no exista un sentimiento de unidad, especialmente en el África subsahariana, que se ha configurado en torno a la corriente denominada como panafricanismo.
A lo largo de la historia, el panafricanismo se ha conformado a la manera tradicional, es decir, política e institucionalmente, como dan cuenta de ello la Unión Africana y la Asamblea de la Unión Africana. En cambio, hoy en día las TIC, en un ámbito más general, y los blogs y las redes sociales, más concretamente, están posibilitando un nuevo tipo de unión supranacional entre la ciudadanía africana, el “panafricanismo social”, como expone Mark Kaigwa en este artículo. Lo más llamativo de esta situación es que es una tendencia que se ha venido desarrollando a nivel global. Desde las primeras manifestaciones antiglobalización de 1999 en Seattle hasta ahora, un viento transformador está recorriendo el mundo impulsado por el activismo y la ética hacker. En este sentido, desde África se suman iniciativas enormemente relevantes, e incluso referentes en algunos casos para el resto del planeta.
Un paseo por la historia del ciberactivismo africano
Para hablar de proyectos de repercusión mundial que hayan surgido del continente africano es necesario viajar a Kenia en el año 2008. En medio de una vorágine de violencia surgida a raíz de unas polémicas elecciones presidenciales en 2007, la ciudadanía keniana fue capaz de autoorganizarse mediante una herramienta digital creada por bloggers y programadores informáticos que recibió el nombre de Ushahidi (testimonio, en swahili). Esta plataforma posibilitó la colaboración entre periodistas ciudadanos mediante la subida de archivos a la plataforma a través del teléfono móvil, principalmente, para mapear las zonas de conflicto, confirmar o desmentir noticias y obtener información en tiempo real, siguiendo la práctica conocida como crowdsourcing (colaboración abierta distribuida). Gracias a que fue desarrollada en código abierto fue posible replicarla posteriormente en otros lugares, como por ejemplo Haití o Chile tras los terremotos ocurridos en 2010 y, así, hasta ser utilizada en más de 150 países.
Esta fue la primera de las reacciones de las sociedades africanas en la que las TIC jugaron un papel fundamental en su empoderamiento. Al igual que la propia plataforma keniana fue replicada y adaptada en muchos lugares, dentro del continente lo que se multiplicó fue la idea de que mediante la utilización de las TIC podían luchar por la democracia y los derechos humanos con un potencial jamás visto hasta entonces. Por lo general, las elecciones han sido momentos de riesgo en los que la estabilidad de los países podía verse comprometida, como ya ocurrió en Kenia, tal y como señala Carlos Bajo.
Así, muchas de las iniciativas ciberactivistas y ciudadanas de diferentes territorios se plantearon en torno a asegurar que hubiera transparencia en su desarrollo, para evitar las acusaciones de fraude del bando perdedor y los riesgos de que se produzcan estallidos de violencia en consecuencia. Ante un conflicto de estas características en Costa de Marfil durante el año 2010, los blogueros más activos del país se propusieron fomentar el debate antes de las elecciones, calmar la situación una vez se conocieran los resultados, y, cuando estallaron los primeros conatos de violencia, coordinar la ayuda en esas zonas mediante hashtags en Twitter, como #CIV2010.
Para las elecciones de 2012 en Senegal, en una situación similar a la que había ocurrido en Costa de Marfil, la comunidad bloguera senegalesa se inspiró en las actuaciones de sus vecinos. En este caso, los resultados de los colegios electorales fueron retransmitiéndose en directo utilizando el hashtag #SUNU2012, por lo que lograron que el presidente en aquel momento, Abdoulayé Wade, tuviera que aceptar su derrota. Así se ponía en valor una de las características más importantes de este tipo de comunidades (en red). Una aprende de la otra, adaptándose a su contexto y tratando de mejorar la idea o el prototipo que, al mismo tiempo, será recogido por otra comunidad, y así sucesivamente, en un proceso de aprendizaje continuo.
Otro de los pioneros en este ámbito es Fodé Sanikayi Kouyaté, originario de Guinea Conakry, presidente de la Asociación de Blogueros de Guinea (Ablogui) y ponente durante la segunda semana del seminario de Ciberactivismo, periodismo y ciudadanía digital en África. Ya en el año 2007 fue un referente para medios internacionales, especialmente franceses, en la cobertura de los altercados acaecidos durante el golpe militar en su país. Tanto fue así, que se vio obligado a trasladarse a Mali debido a problemas con el gobierno guineano. A su vuelta, siendo consciente del poder comunicativo de la actividad bloguera se encargó de crear una comunidad de bloggers, que en 2011 desembocó en Ablogui.
En 2015, nuevamente en torno a unas elecciones, crearon la plataforma GuineeVote, con el objetivo de vigilar el proceso electoral garantizado su transparencia, en la que participaron más de 400 ciudadanos voluntarios. Para ello, contaron con la colaboración de Cheikh Fall, uno de los blogueros y ciberactivistas más influyentes de Senegal, además de presidente de Africtivistes, una organización supranacional creada para el encuentro y la integración de ciberactivistas de diferentes países africanos. También se apoyaron en Ushahidi para mapear y recoger toda la información electoral. De hecho, desde Guinea también se ha avanzado aún más en las iniciativas que comparten el objetivo de velar por la democracia. Tras el éxito de convocatoria de GuineeVote, se puso en marcha Lahidi.org (lahidi en lengua fula significa promesa). Se trata una plataforma de vigilancia y evaluación de las promesas electorales, tanto del presidente, Alpha Condé, como de su Gobierno.
Estos son solo algunos ejemplos de cómo la ciudadanía africana se está autoorganizando. Africtivistes es el caso mas claro de cómo este tipo de dinámicas superan las barreras nacionales para encontrar espacios de colaboración en todo el continente. Se trata del ya mencionado panafricanismo social. Frente a la globalización económica y a la incapacidad de los gobiernos estatales de reaccionar ante este proceso, es la ciudadanía la que responde de forma autónoma. Mediante el ciberactivismo y el periodismo ciudadano las comunidades en red tratan de articular las soluciones a las demandas de la sociedad. Las TIC permiten tejer redes de colaboración con potencia suficiente para ejercer de contrapoder en la esfera pública digital. Mirando hacia África podemos aprender de ese sentimiento de unidad que ampara toda la diversidad de sus diferentes territorios, así como de las iniciativas que surgen allí. Para que esto sea haga efectivo, es necesario dejar de lado los prejuicios y estereotipos occidentales que tenemos sobre el continente y establecer una verdadera conexión entre iguales.