Las niñas que migran solas: son muchas menos pero más vulnerables

Cuando se habla de menores no acompañados, la primera imagen que viene a la mente suele ser la de un niño que vaga por la calle en busca de comida o que acude a dormir a un centro masificado. Pero hay otra realidad que, a pesar de ser muy inferior en número, es mucho más vulnerable: la de las niñas que consiguen cruzar solas la frontera sur de España. Una gran parte de ellas marcan Melilla como destino en su mapa migratorio, como Mariem, Naima, Selima o Nora. Para ello, tuvieron que superar una travesía en la que se multiplicaron los peligros a los que se exponían, únicamente por su condición de menor y de mujer.

Según datos del Ministerio del Interior, a lo largo del año pasado la Policía Nacional reseñó a un total de 1.184 menores extranjeros que se encontraban en la ciudad autónoma sin adultos a su cuidado. De esta cifra, solo 134 eran niñas: la inmensa mayoría de origen marroquí (118), aunque también procedían de Siria, Guinea, Yemen, Costa de Marfil, Mali y Níger.

De acuerdo con los datos de la Consejería de Bienestar Social de Melilla, actualmente hay 115 niñas tuteladas por el Gobierno local. La gran mayoría (98) duermen en un centro conocido como Gota de Leche, donde también se acoge a menores varones. La otra opción es el centro Divina Infantita, gestionado por monjas, donde residen otras 32 menores tuteladas. Estas niñas, conscientes del riesgo que ello conllevaría, no suelen optar por la calle ni intentan colarse en barcos que las lleven a la península, aunque también tienen que hacer frente a situaciones en las que, a pesar de su corta edad, deben tomar decisiones más propias de adultas para seguir luchando por todo aquello que un día las trajo hasta Melilla.

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