Sin criptografía no existe periodismo de investigación. ¿Cómo protege una periodista a sus fuentes si cuando las contacta desvela su identidad, dónde y con qué frecuencia las consulta o a qué redes pertenecen? ¿Cómo desnudar al Gran Hermano si conoce tus entretelas? ¿Cómo no alimentarlo cada vez que nos conectamos?

Las herramientas de encriptación están disponibles hace tiempo, pero gran parte de los periodistas y activistas digitales las desconocen. La pereza intelectual o el peso de la rutina, sumados a una inconsciencia casi suicida son el primer objetivo a batir. Luego vienen las herramientas, que resultan útiles de verdad cuando se utilizan para consolidar y expandir las redes de carne y hueso que siempre alimentaron el periodismo de investigación.

El dolor de los damnificados, la ética de los funcionarios y los empleados, y la solidaridad de los activistas son los hilos de las redes de denuncia y autodefensa. Sostienen y dan sentido a un reportaje de investigación. Sin protegerlos, el reportero incumple la primera regla para sobrevir en el ecosistema digital. Entrará en las tripas de la bestia, pero será devorada por ella.