Me jode. Lo siento por la palabra, pero es la verdad. Me duele la injusticia. Pero hay algo que me duele más que eso, y es la impotencia ante la injusticia.
Cuando estoy nerviosa o agobiada, me muerdo las uñas, y ahora me las estoy mordiendo. No hay una razón en especial, pero hay algo que me reconcome por dentro. No por mí, porque yo estoy bien, sino por lo que veo a diario. Las razones de la crisis, tampoco las sé muy bien, pero lo que veo y lo que siento sí. Para mí lo más importante es la gente, y eso es lo que no está bien. El hecho de que las personas no estén bien me desequilibra. Y es que esto ya no va de cuatro gatos. Esto es algo que ha pasado a ser el modelo de vida de muchos y muchas. Cuando pasas mucho tiempo sumergido en un problema, aprendes a lidiar con ello, pero eso no significa que estés bien. Cuando algo pasa de castaño oscuro, hay que cortar de raíz. ¿Pero cómo se corta de raíz la crisis?
Hay algo que no he entendido nunca bien del todo, y son las jerarquías. ¿En qué se basan? ¿En quiénes sean tus padres? Tampoco es que tengan mucho sentido si van a estar predeterminadas desde el momento de la fecundación. Subir un escalón en este juego es muy difícil, pero bajar es tan fácil como llenar un tobogán de mantequilla y sentar el culo en él. ¿Cuándo acabarás de deslizarte hacia abajo? Pues depende de cómo sean de fuertes tus manos para frenar la caída. Las jerarquías están presentes en todos lados; en la alimentación, las matemáticas, las relaciones, la sociedad… y vivimos diariamente de manera inconsciente con ellas. Pero mi única pregunta sobre esto es, ¿por qué así y no asá? Porque la verdad, es que no todos se merecen lo que tienen…
Dicen que la vida es una montaña rusa, pero es que hay muchas montañas rusas diferentes… No es lo mismo vivir en una lanzadera constante, que vivir en la zona infantil. Los descensos y las bajadas no son iguales para todos. Al igual, que mientras unos tienen el ‘fastpass’, otros tienen una cola de dos horas antes de montar.
Pero bueno, lo que me duele de verdad es el hecho de que para mí, hay unas cosas presentes en la vida que son naturales en mi día a día, y son el camino a seguir. Mientras que para otros, eso que tengo yo es un sueño a años luz de distancia. Y eso es lo que duele de verdad. Que para mí el hecho de ir a la universidad sea el camino a seguir y para una persona que vive a pocas paradas de metro de mí sea un sueño… Pues me puede… Estamos hablando de paradas de metro, de que es posible que hayamos nacido en el mismo hospital y de que seguramente hayamos coincidido en el bus mil veces… En fin, que esto ya no va de la suerte del principiante.
Hay un proverbio que dice que donde hay educación no hay distinción de clases, y una M. Porque el mexicano que limpia zapatos en la Gran Vía, ya puede ser la persona más educada del mundo, que vas a ser tú el que se siente en su silla y va a ser él el que se arrodille para limpiarte los zapatos a ti, y no va a ser al revés.
En fin, si tienes algo, aprovéchalo al cien por cien, y si puedes, compártelo con quien lo necesite, y si no tienes nada, no sabría qué decirte. Supongo que te he de admirar, porque ¿qué otra cosa te puedo decir?, ¿que esperes y ya vendrá lo bueno?, ¿que luches todavía más? No te voy a decir eso porque seguramente no te lo merezcas, seguro que ya has hecho bastante. Finalmente, solo decir que si la vida es una montaña rusa, siempre hay que bajar de ella al final del trayecto, porque ni las subidas ni las bajadas duran para siempre, porque el parque cierra y hay que salir de él.
_ _ _ _ _ _ _ _
Este artículo ha sido publicado orginalmente en el blog, ‘Educando. El Camino hacia una educación con sentido’, por Ana Ruiz, estudiante de 3º de la ESO del colegio Ramón y Cajal de Madrid, tras ver el documental multimedia, ‘Carmen y Jimena: Futuro Imperfecto’. El visionado del documental tuvo lugar en su clase y era una de las actividades de ‘Un mundo mejor’, un proyecto en el que han trabajado sobre seis grupos sociales que se han visto afectados en diverso grado por la crisis: clase media, infancia, juventud, immigrantes, jubilados y discapacitados.