Rebasando los sesenta años, un periodista español viajó al Sarajevo sitiado durante la guerra de los Balcanes para vivir su última aventura como corresponsal de guerra, presentándose allí con una exclusiva acreditación de las Naciones Unidas. Mientras los demás compañeros de ‘la Tribu’ corrían para salvar su vida, él pasaba caminando por las calles de una ciudad en ruinas y en las que se entrecruzaba el fuego de francotiradores porque no podía correr, se ahogaba. Al teléfono con su mujer hablaba de lo bonitas que eran las jirafas y las cebras, la engañaba diciéndole que estaba en un safari en África porque no quería que se preocupasen por él. Enrique Meneses, protagonista de este episodio, tenía un alma que ardía por la aventura.
Dos años después de su fallecimiento, los periodistas Gumersindo Lafuente y Jon Lee Anderson se reunieron el pasado martes 30 de junio en Madrid para acercarnos, en una charla íntima en la que la Fundación porCausa colaboró como entidad co-organizadora, la obra del fotoperiodista español que retrató algunos de los rostros más célebres de la segunda mitad del siglo XX.
El encuentro tuvo lugar en el Canal de Isabel II –concretamente en el Salón de Actos- , emplazamiento en el que también se ubica la exposición temporal ‘Enrique Meneses. La vida de un reportero’. Se trata de una retrospectiva sobre la vida y obra del periodista español y toma su nombre de un libro editado por La Fábrica en el que se recogen sus fotografías más representativas. “Muchos de los pies de foto me los dictó seis o siete días antes de morir, regañándome, como corresponde a un autor de carácter”, explicó Lafuente, uno de los impulsores de esta publicación.
Si algo se puede extraer de la conversación que mantuvieron los dos colegas de profesión, es que se lamentaban de no haber conocido antes a Meneses puesto que ambos tuvieron una estrecha relación con él. Lafuente compartió muchos momentos en los últimos años de vida de Meneses y lo mismo le sucedió a Anderson, a quien el desaparecido fotoperiodista le encomendó el prólogo de su libro sobre Fidel Castro, obra que se publicará el día en el que se anuncie la muerte de histórico líder cubano.
Apoyando las palabras de su contertulio, el periodista del The New Yorker se refirió a Meneses como “un hombre modesto, de mundo y alejado de sectarismos. Era una persona desprovista del bagaje político del continente viejo”. Y es que durante la década de los 50 y principios de los 60, cuando la fotografía fue su oficio, Meneses se relacionó con alguno de los personajes más influyentes del momento. Sin embargo, como explicaba Anderson “él no tomaba partido en sus reportajes. No era amarillista por ninguna de las partes, más bien hacía un periodismo de curiosidad”, no tanto orientado a la política, sino dirigido a retratar de cerca a los líderes que marcaron la época.
La fotografía de Meneses: un paseo por la historia
Parte de la vasta obra fotografía de Meneses está expuesta actualmente en las paredes de un viejo tanque de agua reformado del Canal de Isabel II, cuyas vigas de hierro gris se integran entre imágenes en blanco y negro. El Egipto de Nasser, los jóvenes Fidel Castro y Che Guevara entre puros y risas en Sierra Maestra, un desprevenido Martin Luther King, los primeros estudiantes universitarios afroamericanos, el recogido castaño de Jackie Kennedy, Juan Carlos de Borbón de nupcias en Grecia, una exclusiva de Dalí robada al fotógrafo de Vogue o Alfred Hitchcock en la premiere de The birds, son algunos de los retratos que cuelgan sobre el blanco de la pared.
Más de diez años de historia contenidos en tres pisos que albergan esta retrospectiva que acoge la Fundación Canal de Isabel II hasta el 29 de julio. “Me lo imagino corriendo entre la gente, hablando con todo el mundo, haciendo esa foto de Martin Luther King, casi de su cara”, se emocionaba Lafuente ante la obra del español. Y es que Meneses fue un ciudadano del mundo. Por su condición de americano, que deja intuir su nombre, no así su acento latino, Anderson se sorprende: la fotografía de Meneses “es una óptica del país de uno, hecha por alguien que logró compenetrarse y comprenderlo sin ser de ahí”. Quizá por eso no triunfó en España. Al menos así lo lamentaba Lafuente, ya que “no hay fotos de Meneses publicadas en España casi entre los 50 y los 60” y no fue hasta bien entrada su madurez cuando se le reconoció en nuestro país. Tampoco es que fuera un fotógrafo al uso. “Enrique debió tener tres o cuatro cámaras en su vida y decía que el teleobjetivo eran sus piernas. Las fotos de Egipto, casi las hizo con una cámara de aficionado. Ningún otro periodista hacía lo que él en ese momento”, se reía Lafuente.
Flotando en la inmensidad de la pared, entre los cuadros y las explicaciones de Chema Conesa -comisario de la exposición-, se podían leer algunas frases históricas como el ‘I have a Dream’ de Luther King y que Meneses tuvo el privilegio de escuchar por estar presente durante la histórica Marcha de Washington por los Derechos Civiles de 1963. “Se reafirmó en su conciencia personal y su compromiso profesional de ser siempre fuerte con los fuertes y débil con los débiles”, comentaba Conesa. A lo largo de la muestra también pudimos leer algunas declaraciones más célebres de Meneses y que parece que no han sucumbido al azote de los años, sino que se mantienen vigentes: “Cuando las autoridades de ciertos países expulsan a un periodista extranjero, no saben que será sustituido por otro aunque tenga otra nacionalidad y diferentes credenciales. Detener la información en la segunda mitad del siglo XX era como querer retener el agua con las manos”.
Antes de terminar de visitar esta magna retrospectiva, en el último piso se puede constatar como Meneses avanzó de la imagen estática al fotograma. Su etapa de fotoperiodista quedó atrás con la llegada de la televisión y la posibilidad de hacer reportajes con voz y movimiento. En la recta final de su vida, ya aquejado de una grave enfermedad pulmonar, aprovechó al máximo las posibilidades de comunicación digital con la llegada de internet para seguir escribiendo y colaborando con diversos medios.
“Yo reconocía en él un alma hermana, con ese espíritu de aventura juvenil”, se apenó el periodista norteamericano en uno de los últimos momentos de la visita. Por su parte, Lafuente sonreía al recordar anécdotas cómicas de la vida de su antecesor. Ambos, coincidían al referirse a Meneses como a una persona con una mirada periodística propia y genuina. Para cualquier que se acerque a la figura de Meneses o a la exposición, se dará cuenta, como nos pasó a nosotros durante la charla y la visita a la retrospectiva del pasado martes, que leer y ver el legado periodístico de Meneses es revivir algunos de los episodios recientes más importantes de nuestro tiempo.